Cuando somos pequeños hay algo que todavía los adultos no nos han robado: la espontaneidad. Si algo nos gusta no queremos que se acabe y punto.
No atinamos a razones, a lógica, a obligaciones, sólo sabemos que si algo nos gusta lo queremos con nosotros y nos aferramos a ello sin más dilaciones que las de perseguir nuestros deseos.
Sólo los adultos somos tan crueles como para romper esas ilusiones. Sólo nosotros decidimos cuando terminan sus deseos, sus ganas y sus sueños.
A veces, querría volver a ser un niño, y sólo elegiría no rodearme de adultos.
EXIF: Nikon D7000; 1/60; f 1,8; 50 mm; ISO 320 ; 0 EV Iluminación: Luz de farolas Postproducción: Niveles, contraste, brillo y recorte |
Hasta mañana,
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