Siempre se me dio bien ser anfitriona. Debe ser genético, mi familia fue una gran casa para los invitados. Recibían mejor trato que el que incluso nosotros mismos éramos capaces de darnos.
Hoy me planteo el porque me gustó recibir a esas personas. Me encantaba ver el deseo por estar en mi compañía. Me gustaba percibir esa necesidad de sentirse querido en una casa ajena. Disfrutaba sabiendo que antes de salir ya querían volver a entrar.
El truco principal fue siempre sentir una enorme gratitud cuando alguien ajeno quiere invadir tu espacio durante unos instantes. Orgullo de creer que es un espacio en el que merece la pena vivir.
Hay habilidades que no deben desecharse nunca. Mi espacio y yo, estamos preparados ante la próxima visita de nuestros invitados más deseados.
EXIF: Nikon D7000; 1/2500; f 3.2; 50 mm; ISO 100; 0 EV Iluminación: Luz directa sol Postproducción: Niveles, contraste, y brillo. |
Espero que os guste.
Hasta mañana,
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