Dicen que el cerebro no tiene capacidad para concentrarse en más de una cosa a la vez. Normalmente no me creo lo que dicen, pero hay veces que no me queda otra que dar la razón a esos que hablan tanto.
Mi cabeza no está aquí, mi corazón tampoco. Dispersión y desconcierto ocupan un gran lugar en mi mente estos días.
Mi cámara y mi mano siempre están a punto, disparan una y otra vez a encuadres inexistentes, a escenas que quieren ser recordadas, a emociones que no quieren pasar desapercibidas. Pero no logran ganar a ese monstruo potente llamado cerebro.
Si él no está aquí, las imágenes captadas tampoco. Veo pero no miro. Tomo pero no capto.
Hoy ese reflejo que yo no veía apareció. Me mostró una vez más que antes de seguir luchando por seguir mostrando lo de aquí, debo mirar hacia él y no esconder aquello que me hace no estar aquí.
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| EXIF: Nikon D7000; 1/50; f 4,5; 50 mm; ISO 100; 0 EV Iluminación: Luz día directa Sin postproducción |
Hasta mañana,
Preciosa imagen capturando al espectador, el observador capturado en su propia contemplación, y esa neblina que capta la imagen, impresionante, con esos pequeños “quarks” que se dejan vislumbrar, traen a mi memoria las cartas a theo de van gogh que nos enseñan el tormento mas silencioso de quien quiere y no puede, que nos muestra la crueldad de la existencia y cuán difícil se nos plantea dedicarnos a nuestra pasión, aún cuando esa pasión este por descubrir.
ResponderEliminarUna vez más captaste la esencia...como me sorprende, y como me gusta, esa capacidad.
ResponderEliminarGrata asociación con uno de mis preferidos, aunque muy lejos de él, quizás siempre está presente en mis imágenes.
Ojalá no nos hiciéramos la vida tan tormentosa, pero entonces quizás no nos la haríamos tampoco tan maravillosa.